A la ciudad
ya llego de nuevo el otoño triste que enciende el cielo con las hojas
pelirojas... Hoy toda la ciudad está en fuego. La lluvia llora todos los días,
dejando caer el cielo bajo los pies de las personas. Miras hacia abajo, al
asfalto mojado, donde se reflejan los brillos de los faroles, temblando en la tibia luz, y parece, como si vas pisando las nubes. Pero
al mirar al cielo... allí ....pura agua
y nada más. Es extraño, cuando el cielo está debajo de los pies, pero el
agua moja la cabeza, en la cual está una loca llama de las hojas de
arce. El viento escapando trae en la palma la lluvia fría y unas hojas arrancadas, un instante y con el susurro corre, disolviendose
en las calles de la ciudad. El viento recogerá
las hojas que han dejado de arder, los pensamientos y sentimientos...
¿Asi que, hay que preocuparse por eso?
La lluvia
poco a poco llena todo, derrubiando los bordes de realidad. A veces, me parece que lluvia se mete en mis
sueños, y en esos días ya me cuesta comprender si son los sueños o el mundo real... ¿Aunque, quien ha dicho, que
precisamente este mundo es real?
Cada noche yo viajo por los sueños ajenos, pero
jamás he visto los mios. Yo conozco cada rincon de este mundo, pero ustedes no me
conocen.
Y asi,
viajando con la lluvia por los sueños de alguien, encuentro los trozos de la
ciudad en las charcas y no sé en que creer.
Pero la
lluvia me adormece aún, escogiendo la plata invisible de las cuerdas.
Sabes,
creo que la única planta, que no muere y no duerme en otoño es un brezo.
Duermo, escuchando, como el viento juega con la lluvia, arrullándome, y en este
momento como si me tumbo en las hojas
espesas de esta planta, me caigo en los sueños ajenos. A veces, me parece que
no me despertaré nunca. Solamente el brezo me lleva con raices debajo de mis pies. El brezo me está mostrando en cual sueño me voy... Y hoy
hemos llegado muy lejos. El resplandor de la tarde funde los techos de las
casas y enciende las nubes. Las nubes arden, convirtiendose en el
humo pelirojo-azulado.
Mis manos
cansadas encienden las velas, y su luz inunda todo alrededor. El cielo se
enciende por fuego brillante. Los brillos de rubi bailan sobre la tierra, la
luz, pintada por los rayos ardientes, chorrea a través de las vidrieras,
acostando al suelo por las manchas coloridas que tiemblan. El crepúsculo, que
se esconde todo el día, despierta, de repente creciendo en las sombras, que se
arrastran por las paredes de la ciudad hacia arriba, como si los tallos del
brezo, que me aturde cada día, las sombras, tratando de alcanzar a llegar hasta el cielo, mientras que el sol
no se fue. La Oscuridad con las hojas de brezo envuelve las casas, soñando
aunque por un instante tocar esa luz, pero aquella luz ya traidoramente se
derrite, dejando sólo los brillos calidos en la memoria.
Nunca
llegaba tan lejos... Este día te vi, el noveno sueño y estabas en ello. Nunca
veía, cómo mueren en los sueños, por un
instante me quede pensando: si yo podria soñar, quien fuera esa persona
que me visitaba. Y tú, tú te acercaste a mí, ni triste, ni alegre, simplemente
tú. Antes nunca hablaba con alguien en
los sueños, pero al abrir su boca - los sonidos, se escapaban, tratando de
tocarme.
Eres una
voz viva, - le dije yo - por alguien ha puesto en este cuerpo sin vida.
Lo sé, - me
dijo ella - pero esto ya no me importa. Ya que no es tan importante, si soy
viva o muerta. Mucho más
importante es lo que yo ahora puedo cantar a las personas sobre lo que veía en
los viajes. Ya que soy la voz, igual como tú ... Una voz en la cabeza de alguien.
Cansada... Iba... Por las nubes blancas...
